Carta para ella

 


Las ideas de suicidio siempre han estado desde que dejé de ser una niña, usted sabe, desde que uno empieza a darse cuenta de las cosas... desde que dejé de soñar. No recuerdo exactamente la razón ni cuándo fue la primera vez que lo pensé, seguro fue porque ni siquiera era capaz de emitir una palabra sin sentirme la persona más estúpida y desgraciada, o porque me sentía increíblemente sola en una casa llena de mis familiares. Pero, recuerdo la primera vez que estallé. Ahora me hace un poco de gracia, que mi primera cicatriz la haya hecho con un arete y que tenga forma de pentagrama. Aún se ve ligeramente, ¿quiera verla? Está por aquí, en el medio de mi brazo izquierdo, al lado de otras más. No se imagina lo mucho que tuve que raspar porque el arete no era de los que tenían punta. Su costra fue una de las más hermosas que vi, y también mi mamá la vio, y en vez de preguntarme por qué me sentía así, me gritó, me llamó estúpida, y me juró que en verdad ella me iba a dar una razón para sentirme miserable.

Y mi vida siguió haciéndose más gris. Tuve un periodo en la secundaria donde todo era gris. Donde me cortaba para al menos llorar, porque no sentía nada, y quería sentir algo. Y quería morirme también, pero no podía, no podía. Hasta para eso era cobarde, o hasta para eso me mentía, ¿en verdad me he sentido tan triste alguna vez? ¿o todo es una exageración? He pensado esto tantas veces, porque siento que a veces disfruto sentirme en la miseria, porque no hago nada por salir. Llegaba del colegio a encerrarme en mi cuarto y empezar a llorar.

Luego empecé a tener más retos, y como no podía con ellos, volvía a lo mismo. Ahora tenía más herramientas y más excusas para hacerlo. ¿Esta grande de aquí? No, esa no me la hice yo. No era tan capaz de hacerme tanto daño, como dije, no puedo, no puedo. Me la hizo un buen amigo.

Luego, la universidad. Mi primera diploma de excelencia tiene una historia graciosa. Nunca la busqué, ni sabía que existía ese mérito a tan corto tiempo. Lo que pasó fue que no quería seguir siendo una carga para ellos, así que, si no me iba bien el primer ciclo, iba por fin a suicidarme, a dejar de hacerles invertir gastar dinero en mí. ¿Qué fue eso? ¿Mis ganas agarrándose fuertemente de la vida? o los descomprometidos de mis compañeros de carrera. Aún pienso que fue lo segundo, porque ayer fue mi última clase y entendí que soy una mierda, que aunque mi trabajo esté bien, yo soy la que lo desgracia, y no puedo deshacerme de mí.

Por eso estoy aquí, porque no hay día hace más de 10 años en el que no quisiera morirme, en el que no deje de decirme lo mucho que me odio y que alguien más aprovecharía mejor todo lo que tengo.

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